… Bueno, en realidad son unos pocos. Todo pasó en un segundo, durante una mudanza playera, el pasado mes de mayo.
Tenía que cambiarme de caseta porque estaba yo un poco incómodo con los caseros y dije, po mira, me llevo las sillas, la nevera y todos los juguetes de los niños dos escaleras más para allá, que total, es lo mismo. Pero durante el ajetreo del parriba y el pabajo, perdí de vista un momento a varios churumbeles.
Les dije que fueran a echarle un ojo a la sandía enterrrada en la orilla y que luego jugaran una ‘limi’ con dos piedras de portería. Pero fue perderlos de vista un segundo y no volver a saber de ellos. Les extraño taco. Lo llego a saber…
Responden a los siguientes nombres:
Alfa. Es hijo de gallegos sin freidor. Llevaba un meyba zulmarino, con su cuadradito rojo con la ‘m’ en fondo blanco. Ruego que le busquen en Loanca o en alguna terraza del Paseo Marítimo, incluso en la Alameda Apodaca.
Fenicio Tripero. Es el más mayor de la pandilla. Incluso tiene bigote. Le encanta el pan, siempre está merendando. La última vez le vieron en El Laurel. lleva camiseta celeste, bañador rojo y gorra de visera.
Hanky Moody. A este le encanta jugar a los médicos, así que estará rodeado de niñas a las que, por pura casualidad, siempre les dolerá en los mismos sitios. Sé que estaba muy liado con sus cosas y que igual me está viendo desde lejos pero que llame, aunque sea desde una ‘gabina’, que una moneda de cinco duros llevará encima, digo yo. Lleva turbito marca Arena.
Grazia y Jenny. Son monísimas, viven lejos y venían a pasar unos días. Eso sí hablan raro. La primera con acento italiano, Mari Monti, y la segunda, como de Wisconsin, quizás un poco mezclado con Milwakee. Bañador normal y corriente que son mu discretas mis niñas.
Breezy y Ditirambo. Extremadamente traviesos y peligrosos. Espero que no estén en el Puesto Central porque son capaces de amordazar a la niña del altavoz y a todos los protessión civil con la cuerda de izar la bandera verde. Iban en pelota por la playa, azilvestrados, con to colgando.
Por favor, si alguien los ve, que me los traiga o que les diga que estoy aquí esperándoles. De verdad.
Ni siquiera sé si se me ha perdido alguno más o si han cambiado de nombre…
